“Cuando nació la generación a la que pertenezco encontró el mundo desprovisto de apoyos para quien tuviera cerebro y al mismo tiempo corazón. El trabajo destructivo de las generaciones anteriores hizo que el mundo al que nacimos no tuviera seguridad que darnos en el orden religioso, ni apoyo que darnos en el orden moral, ni tranquilidad que darnos en el orden político.
(…)
Una sociedad así indisciplinada en sus fundamentos culturales no podía, evidentemente, ser sino víctima, en la política, de esa misma indisciplina; y así fue como despertamos a un mundo ávido de novedades sociales, y que con alegría se lanzaba a la conquista de una libertad que no sabía lo que era, de un progreso que nunca había llegado a definir.
(…)
Nuestros padres fueron felices destruyendo, porque vivían en una época que todavía conservaba reflejos de la solidez del pasado. Era aquello mismo que ellos destruían lo que daba fuerza a la sociedad para que pudieran destruir sin sentir resquebrajarse el edificio. Nosotros heredamos la destrucción y sus resultados.
Archive for 18 diciembre 2012
Herederos de la destrucción
Posted in Yo-mi-me-conmigo on diciembre 18, 2012| Leave a Comment »
Dónde acaban los sueños
Posted in Yo-mi-me-conmigo on diciembre 17, 2012| Leave a Comment »
Y a mí, ya que prefiero escoger mis derrotas,
quiero que me recuerdes derrotado,
como quien algo espera
más allá de los tiempos y los hechos.
Quizás porque haga falta haberlo presagiado
o porque, en todo caso, nadie sabe
dónde acaban los sueños.
Luis García Montero
Punto sin retorno
Posted in Yo-mi-me-conmigo on diciembre 15, 2012| 4 Comments »
He dejado en mi chaqueta una mancha de vino de la otra noche. Es un aviso, una advertencia, un alto en el camino. Es una certeza: hay límites, hay barreras que nunca se deben traspasar. Porque cuando las traspasas correr el riesgo de llegar a un punto sin retorno.
Un punto sin retorno es un lugar al que no sabes como has llegado pero del que tampoco sabes como salir. Hay solamente una cosa que te ofrece seguridad: no tiene camino de vuelta. Desde esa posición, solamente se abre un sentido, un camino unidireccional que te impide volver atrás.
Pues bien, la mancha de vino en mi chaqueta marca mi punto sin retorno.